¿Sabés cuál es el enemigo de lo bueno? – me preguntó mi mamá – el muy bueno.
No me acuerdo qué estaba pasando por mi cabeza ese día, pero sí me acuerdo de ese consejo.
Y hoy, rodeada de tantos propósitos de año nuevo, me siento presionada para evaluarme: ¿Estoy donde quiero estar? ¿Hice las cosas bien? ¿En qué me equivoqué? ¿Qué pude haber hecho mejor?
Y no, no estoy donde quería estar. No cumplí el propósito del año pasado. CHAN. Me encantaría decirte que le pisé los talones pero ni cerca estuve.
Podría juzgarme con el más alto estándar y decirme a mí misma que estoy siendo honesta, que si me quiero preservar tengo que ser sincera y castigarme por mis errores para poder remediarlos. Pero eso es mentira. Si me castigo, estaría siendo cruel y nada más que cruel.
En cambio, podría hacer tres pasos para atrás, mirarme con ojos compasivos y reaccionar como reaccionaría si alguien que quiero mucho está pasando por lo mismo.
La compasión es el regalo más generoso que nos podemos dar.
Para mí, la compasión es vernos enteros. Con nuestras luces y nuestras sombras, y todo dentro del marco de un abrazo calentito y contenedor que nos impulsa a salir adelante.
“Embellece tu diálogo interno. Embellece tu mundo interior con luz de amor y compasión. La vida será hermosa”
Deja un comentario