¿Estoy siendo optimista o tan exagerada que resta?

Nos enseñaron que al mal tiempo, buena cara, ¿cierto? Ahora, ¿qué pasa cuando eso lo llevamos al extremo? Nunca pensé que ser optimista podía ser dañino hasta que leí sobre el término “optimismo tóxico”.

 

A veces, las palabras de aliento no son tan útiles como creíamos. “No es tan grave”, “todo pasa por una razón”, “siempre para adelante”, “hay cosas peores”, “lo que sucede conviene”, “terraza, terraza, terraza”, y tantas otras. 

 

Y esa presión hace que nos sintamos obligados a contestar cosas como “no pasa nada, estoy bien”. ¿Qué pasaría si en vez de decir este tipo de frases las reformulamos de una manera menos reduccionista y más auténtica?

 

Por ejemplo, en lugar de decir “no pasa nada, estoy bien” podríamos decir “No me gustó tanto lo que pasó, me voy a tomar un tiempito para procesarlo”. 

 

Cuando las cosas no salen como esperábamos deberíamos preguntarnos: ¿me estoy dando permiso para sentir? Enfocarse en los aspectos positivos puede ser terapéutico y constructivo. El problema es cuando lo llevamos al extremo. 

 

Podríamos definir el optimismo tóxico como minimizar y descuidar la totalidad de la experiencia humana cuando se trata de emociones. Sería como un mecanismo que busca ignorar las emociones difíciles o negativas porque creemos que de esa manera nos vamos a sentir más felices. 

 

Me senté a hablar con @SalazarCamille porque, además de ser amiga de la casa, quería saber su opinión desde su faceta como psicóloga y cuál es su punto de vista en base a lo que ve y escucha en su consultorio.


Para vos, ¿existe tal cosa como el optimismo tóxico?

 

No estoy muy de acuerdo con el concepto tóxico. En algún punto permitió que se visibilicen muchas cosas que antes se callaban, pero por otro lado naturalizó mucho. En la clínica escucho mucha gente que admite tener una relación tóxica, por ejemplo. El concepto de algo tóxico es  muy fuerte y de repente se coló en el lenguaje popular y hace que nos riamos de eso y lo naturalicemos. “Nos pasa a todos”,  “lo tenemos todos”, pero a la vez no hay resolución porque al ser vox populi la gente se queda en el contexto. 

 

¿Y? ¿te estás dando cuenta del daño que ello conlleva? Sería como un falso reconocimiento que no te lleva a la resolución del conflicto.  Hay que tener mucho cuidado porque a veces naturalizar cosas te quita la posibilidad de verte a vos misma y entender por qué algo te hace mal.

 

A mi me gusta más hablar de disfuncionalidad versus funcionalidad.


¡Me gusta esa distinción! Reformulo mi próxima pregunta: ¿en qué situaciones ser optimista puede ser disfuncional?

 

No está mal ser muy optimista. El tema es qué hacemos y cómo nos manejamos con eso. 

 

Si uno va a ser súper optimista y solo se centra en el éxito, va a tener un solo objetivo y tal vez no va a ver otras alternativas. No está permitiendo que haya otras cosas que lo acerquen a su objetivo, no las va a percibir como algo bueno. Creo que ese optimismo exagerado es cuando lo percibimos como una meta y no como un camino para recorrer. 

 

Si digo “voy a ser la mejor del aula” es una afirmación optimista. Pero también es una afirmación en términos absolutos porque hay una sola opción, una sola meta. En cambio, si lo reformulamos usando condicionales como “me gustaría”, “preferiría”, “desearía” entonces vamos a poder valorar hasta dónde lleguemos mientras disfrutamos el camino.


Entonces, ​​¿de qué manera el optimismo puede ser funcional?

 

Tiene que ver con tener más objetividad. Más datos del todo. Poder mirarme a mí,  mi contexto, lo que me está pasando. Tener una mirada que no sea a una cosa, que no mire solo hacia afuera o solo hacia adentro. 

 

Mientras el optimismo sirva de motor, va a ser bastante funcional. Si el optimismo es mi meta me puede jugar una muy mala pasada y convertirse en todo lo contrario. 

 

La diferencia entre meta y motor es que un motor me acompaña en el camino: si estoy pensando en que me puede salir bien porque ya lo hice una vez, tengo los recursos, la situación de afuera me está ayudando, mi familia y mis amigos me apoyan, mis experiencias laborales previas me demuestran que siempre pude salir adelante, en ese caso me estoy mirando a mí mismo como un todo (mis capacidades, habilidades, mi contexto). En ese caso el optimismo es mi motor.


A fin de cuentas no se trata de no ser optimistas, sino de validar cómo nos sentimos en cada momento incluso no cuando estamos bien. Validar en lugar de ignorar o negar. ¿Qué significa validar emociones?

 

Validar emociones se refiere a darles el lugar. Algo que tiene validez es algo que es real, que existe. Es válido, está ahí, vale. No quieras contrarrestar o minimizar eso que te está pasando por el solo hecho de que no debería estar pasando. Si está pasando, está pasando por algo. Intentemos entender por qué sin minimizarlo. No lo juzgues.

 

Es difícil mirarnos enteros. Lo bueno, lo no tan bueno, lo que hago bien, lo que no hago tan bien. Mirarte a vos mismo te hace sentir segura. Si tu expectativa es optimista, pero no es tu meta sino un motor, tal vez si no se te da no te va a volver en contra.

 

Lo que yo aprendí de esta charla es que el primer paso es ser honesto con uno mismo y también entender que todos nuestros sentimientos son válidos por el simple hecho de existir. Que pasen cosas buenas o malas no tiene que ver con la realidad sino con qué hacemos con ella. 

Foto: @XimeZara

close

¡Hola!

Añada su dirección de correo electrónico a nuestra lista de distribución para recibir notificaciones sobre nuevas publicaciones.

¡No hacemos spam! Enviamos boletines dos veces por semana.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

ARRIBA