El secreto para revivir la magia de la Navidad todos los días del año

Texto y foto: @XimeZara

¿A quién no le gusta la navidad? A mí siempre me fascinó. Quizás el saborcito dulce de saber que todos se hacen un espacio en la agenda para compartir una linda cena en familia o su inexplicable magia que provoca que vistamos esa chispita brillosa en los ojos como parte del outfit.

Todo eso hace que, a mis 30 años, del otro lado el charco y en medio de una pandemia mundial, siga siendo uno de mis días favoritos el año.

Aunque, pensándolo bien, va más allá de Papá Noel, el arbolito y las lucecitas (que por cierto soy una desenfrenada fanática de llenarlo todo de lucecitas, pudiendo ser una válida razón).

En mi caso, tiene más que ver con las emociones que transitamos en estas fechas y las memorias que creamos por ellas.

No se terminan en navidad, las llevamos con nosotros en nuestra mochilita de recuerdos. Cómo un tattoo que vuelve a relucir cada 25 de diciembre.

El vitel toné de mamá cuya receta secreta pasa de generación en generación, la sorpresiva aparición de papá Noel (los perros siempre lo confunden con un malechor y le ladran sin parar), el amigo invisible que muestra las ingeniosas y creativas pistas de algunos jugadores, el llamado a las 12 en punto de esa persona especial.

Todo, todo eso me hace sonreír. Y me hace sonreír durante todo el año cuando pienso en la navidad. Me transporto, se ponen los ojos vidriosos sin poder disimular y me imagino el olorcito a comida típica de esas fechas.

Las navidades pasan, los años también, pero el sentimiento siempre es el mismo. El amor, la sencillez, la chispa y el compartir.

El compartir es tan natural que somos capaces de disfrutar ese momento presente, sin pensar en el ayer, ni en el mañana, ese instante mágico es lo único que importa.

Porque las mejores navidades no tienen que ver con el lugar donde lo pases, con quién o la materialidad. A veces algunos se van a dar un paseo por el cielo y la mesa se achica, y otros años angelitos llegan y la mesa se agranda. Las mejores navidades tienen que ver con la magia y el amor que se respira.

Hoy, incluso estando a kilómetros de mi familia, hoy vuelvo a sentir ese amor, que revive cada navidad en mí.

Este nuevo año guardemos cada detalle, aroma, textura, abrazo, bien en el fondo nuestro para poder revivirlo cada año por el resto de las navidades que nos queden.

Y, ¿por qué no? Regalar esas emociones a amigos, familia, para seguir esparciendo la magia.

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