¿Escuchaste hablar del Síndrome del Impostor?
Ahh… la maravilla de Internet. ¿Hay algo más tranquilizador que buscar algo en Google que pensás que es completamente bizarro y que solo lo podés estar googleando vos y que esa maravillosa tecnología de algoritmo te lo auto-complete? “¿ACASO NO SOY EL/LA ÚNIC@? ¿HAY TANTA GENTE BUSCANDO ESTO QUE HASTA LA PREGUNTA SE TERMINA DE ESCRIBIR SOLA?”.
Hace poco me crucé con un término que me dio mucha curiosidad: el síndrome del impostor. Probablemente porque muchas veces me sentí impostor@, decidí hacer click.
Y una vez más, me sentí acompañad@. Eso que yo pensaba que era mambo mío resultó ser el mambo de muchos. Me sentí como cuando veo un infomercial a la madrugada y asiento como loc@ a cada pregunta retórica.
¿Alguna vez sintió que todos sus éxitos profesionales no se deben a su capacidad, sino que se trató solamente de suerte? ¿Ha dudado alguna vez de postularse a un trabajo a pesar de cumplir todos los requisitos porque teme que, si lo consigue, todos se darán cuenta de que en verdad usted no sabe lo que hace? ¿Cree que es cuestión de tiempo hasta que en su trabajo descubran que usted es un fraude y lo rajen a patadas?
Sí, sí, y bueno es un poco extremo pero… puede que se me haya cruzado por la cabeza.
El síndrome del impostor describe a personas de alto rendimiento que no logran interiorizar los objetivos que alcanzaron en su vida. Dudan constantemente de sí mismos y tienen miedo a ser expuestos como fraudes o impostores en sus trabajos.
Estas personas atribuyen sus éxitos objetivos a factores externos como la suerte o la ayuda de otras personas. Ahora, eso sí, los errores rápidamente se los cargan a cuenta y los asocian a sus incapacidades profesionales.
El ciclo del impostor es algo así como:
- Se presenta una actividad o tarea orientada a resultados → Me da ansiedad, dudo de mí mism@ y me preocupo.
- Acá suelo optar por dos reacciones: o la procrastinación o la sobre-preparación. Si elijo el primer camino, en caso de ser exitos@ en mi tarea, se lo voy a atribuir a la suerte. En el caso de la sobre-preparación, seguramente piense que es porque me esforcé más que los demás y que nada tiene que ver con mis habilidades.
- Si lo logro, me voy a sentir brevemente aliviad@. Pero si recibo feedback positivo, lo voy a desestimar.
- Voy a volver a sentirme ansios@, voy a seguir dudando de mí mism@, y así sucesivamente. Se repite el ciclo.
Qué joyita, ¿no? Bueno, arriba esos corazones, que hablar del tema y reconocer el mecanismo es el primer paso. Esto nos va a ayudar a armar estrategias para cuando empecemos a sentir que estamos por caer en ese ciclo horrible.
Lo cierto es que esta condición se puede analizar desde lo individual como también desde lo social. Por un lado, se puede tratar como inseguridades personales o tendencias perfeccionistas y abordarse desde una terapia o coaching para entrenar la confianza del individuo. Pero siempre que hay un huevo hay una gallina y ¿qué vino antes? ¡nadie sabe! El síndrome del impostor (SDI) también se puede contemplar desde un punto de vista social: cuando pertenezco a un grupo me voy a sentir influenciado por cómo ese grupo es representado en mi sociedad.
Si por ejemplo, soy mujer y trabajo en una organización en la que los hombres tienen un mayor sueldo por realizar la misma tarea, esto seguramente va a influir en que cuestione mi “lugar” y mi valor en la institución. Lo mismo pasaría si veo que el grupo del que formo parte se ve infrarrepresentado en ciertas jerarquías o funciones. El SDI también lo viven las personas que ya alcanzaron un puesto de liderazgo en una empresa; en ellos se manifiesta como una necesidad de todo el tiempo estar demostrando por qué se merecen el rol que tienen.
La falta de representación y la menor compensación generan dudas sobre la idoneidad de uno para ciertos puestos.
Es por esto que el mejor abordaje para lidiar con el SDI es uno que contemple las individualidades de la persona así como también su contexto social. La clave está en que las instituciones desafíen las normas y los estereotipos sociales para proporcionar una cultura inclusiva donde haya normas claras de trato inclusivo e igualitario.
Se trata de crear un entorno del que todos se sientan parte.
A nivel personal, podríamos encararlo con estrategias que nos saquen del ciclo.
- Podemos intentarlo recordando éxitos del pasado o llevando un registro de nuestros logros.
- Buscar ayuda si notamos efectos nocivos para nuestra salud como depresión, ansiedad o burnout.
- Tener en claro que los sentimientos no son hechos y que solo se logra lo que se intenta.
¿Ya viste la charla TED de Brené Brown sobre el coraje y la vulnerabilidad? ¡Imperdible! Es ella la que dice:
“Cuando llegues a ese lugar donde comprendas que el amor y la pertenencia, así como tu valor, son derechos inalienables y no algo que debes ganar, todo será posible”.
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