¿Alguien más siente que los que piensan en recetas “para hacer con niños” nunca en su vida cocinaron con un niño? Y caemos en la trampa, cada vez. “Esto parece fácil”, pensamos. “Yo creo que lo podemos lograr”, nos decimos.
En mi caso puedo asegurar con total confianza que en un 175% de los casos esto no fue así. La expectativa nunca igualó la realidad. El resultado jamás se pareció ni remotamente a la referencia. Y, sin embargo, también puedo afirmar que en un 95% de los casos tanto mis hijos como yo la pasamos bárbaro.
(Ey, no digo 100% porque tienen 2 y 4 años y alguna que otra vez algún berrinche fue irremontable y hubo que recalcular).
Según un estudio realizado por la Universidad de Michigan, cocinar con niños es estresante y satisfactorio en partes iguales. Los resultados de dicho estudio revelan que, si bien las manos de las personas involucradas siempre terminan con pegotes inexplicables, el vínculo entre las partes se ve reforzado positivamente en todos los casos dejando marcas imborrables (en los corazones y en las paredes).
Se acercaba Halloween y queríamos proponer opciones caseras que le hagan frente a los caramelos.
Cuando los chicos de BEEPURE me propusieron que grabemos un tutorial de una receta con los chicos me vi obligada a advertirles que la foto final no iba a ser “instagrameable” ni aspiracional, y que probablemente mis hijos iban a hacer un lindo desastre en la oficina.
Por suerte, eso no fue un impedimento, y pasamos una tarde genial. Nos ensuciamos, nos reímos, usamos nuestra creatividad y comimos cosas ricas.
El resultado fueron estas trufas a base de cookies, dulce de leche y queso crema. ¿Son aterradoras? Bastante, pero quizás no por las razones que nos imaginábamos.
Lo que sí les podemos asegurar es que son riquísimas y que si Halloween se convierte en una excusa para divertirnos con los chicos, ¡bienvenido sea!
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