Sentarse a charlar sobre el arte con un artista es de por sí un privilegio. Pero sentarse a hablar sobre arte con una artista tan joven y fresca como Vicky Carvajal es un golazo.
La invitamos a que intervenga uno de nuestros frascos para esta nueva edición de Martes De Arte.
Vicky tiene 19 años y, si bien eso de elegir una carrera universitaria que te determine toda la vida le parece una exigencia desmedida, sí tiene claro que quiere integrar el arte a su vida. Ella eligió estudiar Diseño Gráfico para poder fusionar su pasión por el arte y la tecnología en una carrera y ya desde sus primeros pasos la está rompiendo.
Tenés 18 años y te ponen un tono grave de “¿qué querés hacer de tu vida?” Y qué se yo. Me parece una presión exagerada y muchos se lo toman a pecho, yo por suerte no.
¿Cómo te definís como artista?
Toda mi faceta artística arrancó desde que nací. Mi mamá es profe de arte y crecí envuelta de eso, sin poder evitar que influya en mí. Nunca tomé clases ni nada porque la tuve a mi mamá siempre y soy muy apegada a ella, el arte es algo que compartimos. Vamos a un museo, nos sentamos, vamos a pintar. Es un tema que está cotidianamente en mi casa todo el tiempo. Es algo que para mí es normal pero quizás alguien que lo ve de afuera no lo ve tan cotidiano.
Me cuesta mucho definir mi estilo porque estoy en el proceso de encontrarme a mí misma. No me gusta encasillarme.
Si me agarran ganas de pintar un mural voy y lo pinto, si me dan ganas de pintarme las zapatillas voy y las pinto. Si se me cruza por la cabeza lo tengo que hacer, no puedo evitarlo, tengo que llegar a casa y hacerlo.
Vicky es curiosa, inquieta y tiene tanta energía como cualquier joven de 19 años que está listo para comerse el mundo. Incluso antes de terminar el colegio ella ya estaba emprendiendo en el arte desde su cuenta @artexmi, donde vende vinilos intervenidos por ella.
¿Cómo surgió la idea de intervenir vinilos?
Surgió en el medio de la pandemia. Fue mi último año de colegio, la cuarentena fue un baldazo de agua fría. Cumplí 18 encerrada en mi cuarto, sin poder ver a mis amigos. En ese momento, pintar fue un refugio para mí. Surgió de casualidad cuando le tenía que hacer un regalo de cumpleaños a mi mejor amiga. Probé, armé 2 de pruebas antes de hacer el regalo, las publiqué en Instagram y se viralizaron. Las había pintado porque me gustaba pero de pronto me di cuenta que eso era un camino que me copaba.
Pintar y escuchar música fue mi salida de escape de la pandemia, lo que me acompañó. Este emprendimiento me permitió abrir un poco la cabeza y escuchar artistas nuevos.
Quizás me encargaban que interviniera un vinilo con algún álbum de un artista que no conocía mucho y lo que hacía era escucharlo y pensar intuitivamente un color por canción. Ese juego era muy lindo, escuchar nueva música y analizarla para sentir lo que me transmitía.
¿Qué te inspiró para intervenir el frasco partiendo de la consigna “compartir es natural”?
El frasco estuvo muchos días en blanco, ahí, esperándome. Un día me senté, hice un boceto y empezó a salir solo. Eso fue muy lindo, los estímulos me marcaron el camino. Con el concepto de “compartir es natural” lo remarqué con las palabras: amar, juntos y merienda.
Merienda fue la primera palabra que se me vino a la cabeza. Para mí es el momento del día en que uno se siente y compartís unos mates con alguien o con vos misma. La merienda es sagrada para mí, un minuto para parar todo lo que estoy haciendo.
La charla con Vicky me dejó con ganas de reencontrarme, quizás con una merienda de por medio, con mi versión joven e inquieta de 19 años para alinearnos y encarar el futuro con esa chispa y esa curiosidad que nunca quiero perder.
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